lunes, 23 de abril de 2012

INAUGURACIÓN

De los textos leídos en estas dos semanas de curso se desprende la necesidad del cambio.
Se trata de cambiar la manera de enseñar, más que de cambiar los soportes con los que enseñar. La clave, palabra clave (el hashtag pondríamos en Twitter) parece ser cambio.
Difícil para los que están acostumbrados a repetir sistemáticamente una y otra vez lo mismo, cursada a cursada y año a año.
Hace falta adaptación y aprender a convivir dos generaciones diferentes, una muy acostumbrada al uso de las nuevas tecnologías, la otra muy poco habituada a ello y en algunos casos bastante reacia a reconocer que los “alumnos” tienen cosas para enseñarnos.
Podríamos hacer un repaso sobre el origen griego del término y veremos que desde el punto de vista de la etimología, “alumno” deriva de a = sin; y lumen = luz. Dicho de otro modo un estudiante es el “sin luz”.
Es el individuo que no tiene la luz del conocimiento, que es ignorante y en consecuencia necesita de alguien que lo ilumine, ese alguien se llama “maestro” o docente.
Al referirnos al “alumno” estamos expresando inconscientemente, el valor que le damos al estudiante, o sea la persona que no tiene luz y que el “iluminado” del docente se la otorgará.
La conceptualización de Educación corresponde a un modelo que piensa al estudiante como una tabla lisa en la que hay que ir “escribiendo” – iluminando – a lo largo de un período de tiempo determinado, una serie de conocimientos pre-establecidos por las autoridades, normalizados en un programa, mediante métodos y técnicas, brindados por maestros y en un lugar designado aula, esperando como resultado una conducta determinada que será reforzada con premios o castigos.
Durante el siglo XX y transcurrida la primera década del XXI esta definición sigue vigente con cierta fuerza si es que no hacemos algo por modificarla.
Cualquier estudiante, ante cualquier tema debería ser capaz de expresar su propia palabra, el pensamiento propio y todo aprendizaje debería estar orientado al desarrollo de estas competencias. Nunca un estudiante debería repetir a ciegas lo que le dice el texto, o el maestro, o porque “está en el programa hay que aprenderlo…”
Volviendo al manejo de las TIC, situación ciertamente complicada ésta, ya que ésos a los que aún se sigue llamando alumnos, son los que están más cerca de la luz.
Será un desafío lograr el cambio. Nos toca ser parte de la transición.

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